viernes, 23 de octubre de 2009

NUEVA MORTANDAD DE PECES EN EL PARQUE DEL SURESTE: ALGO BAJA MUY PODRIDO



Tal y como pasó hace dos años, este otoño nos ha deparado una sorpresita en las charcas de Velilla de San Antonio. Concretamente en el Picón de los Conejos, donde a mediados de setiembre y justo antes de las fiestas municipales, comenzaron a flotar y morir centenares de peces. Un proceso similar se vivió en el mismo mes de 2007, cuando aconteció una mortandad masiva de carpas y barbos, en el mismo humedal. Esto inquietó mucho al consistorio por cuantas molestias pudiera ocasionar el hedor a putrefacción que llegaría al pueblo en plenas fiestas. A nadie parece importarle un pito las causas de este fenómeno que, cada vez con más frecuencia, se repite como un aviso de que algo va muy muy mal.
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Aunque en 2007, por lo impresionante del episodio (el olor pestilente podía detectarse a kilómetros de distancia con el viento adecuado) se buscaron causas como un posible vertido contaminante, no fue nada de eso. Finalmente se demostró que lo que había matado a todos esos animales fuertes y saludables había sido una intoxicación por eutrofización. La eutrofización es, simplificando un poco, un crecimiento explosivo de algas filamentosas que se da durante el verano. Sin embargo, cuando el tiempo comienza a refrescar al llegar el otoño esas algas, sensibles a las bajadas de temperatura, mueren en masa. Esto provoca unas condiciones de hipoxia graves, ya que el oxígeno del agua se consume durante la descomposición que sigue a las primeras noches frías. No obstante tengo la impresión de que existen más factores de mortalidad, ya que, como se ve en las fotos, la mayor parte de los peces muertos son ciprínidos y peces gato:
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Más concretamente peces gato negros (Ameiurus melas), carpas (Cyprinus carpio), algún que otro carpín (Carassius auratus), y barbos comunes (Barbus bocagei). Para ser exactos esta vez parece que los barbos muertos han sido menos (se distinguen pocos en las fotos que ha facilitado José Luis), lo que con toda seguridad es debido a que en el episodio de 2007 murió buena parte de su población. Este barbo, la única especie autóctona que sobrevive en el humedal, pereció como ninguna ese año, y por lo que se ve está apunto de desaparecer esta vez. Pero es curioso que las otras tres especies (pez gato, carpa y carpín) mueran también en tan gran número. Son muy resistentes a la falta de oxígeno, y el pez gato puede incluso tomar bocanadas de aire. El hecho de que no aparezcan flotando cientos de black-bass (Micropterus salmoides), mucho más sensibles, me hace pensar que se produce algún tipo de intoxicación que afecta con especial crudeza a los peces ostariofisos (donde se engloban cipriniformes y siluriformes). Puede que además de compartir un antepasado común y varias características anatómicas ancestrales, compartan también una sensibilidad particular hacia ciertas toxinas que liberen las algas al pudrirse.
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Pero la madre del cordero, el meollo de la cuestión es: ¿por qué se produce esa eutrofización? Además, episodios idénticos se han vivido al mismo tiempo en otros humedales importantes del sureste de Madrid, como en el Porcal o la laguna del Campillo (en Rivas). Los humedales sanos no sufren por lo general procesos de este tipo. Existe un equilibrio natural que impide la proliferación de algas filamentosas. Este equilibrio suele romperse cuando se produce la aparición de una gran cantidad de materia orgánica en el ecosistema. Varios factores pueden estar influyendo, y entre los más importantes están:
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1- La sequía y el despilfarro humano del agua de los ríos, que hacen que el Jarama baje exhausto cada verano. Aunque hay que decir que este invierno fue lluvioso, y aun así los ríos siguen medio secos. Cosas del progreso, dicen. El caso es que con esto los acuiferos están mal, y los manantiales que alimentan las charcas deben estar emitiendo poco caudal.
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2- La contaminación directa que se produce en los ríos por vertidos de aguas depuradas (de aquella manera) y sin depurar (que se siguen vertiendo impunemente en varias localidades). Incluso se está dando ya la voz de alarma por la presencia de concentraciones peligrosas de metales pesados en las aguas de riego agrícola.
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3- La contaminación más difusa, pero también perversa, que se produce por el uso de pesticidas y fitosanitarios de todo tipo en la agricultura del Parque del Sureste y su entorno. Junto con los vertidos directos llevan muchas décadas envenenando las reservas de aguas subterráneas que fluyen bajo nuestros pies.
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Otro factor, muy ligado a los tres ya comentados, es el de la actitud de la sociedad y de los políticos que deberían gestionar estos asuntos. En cuanto a los políticos, tal vez resuman bien la posición que adoptamos las personas ante mortandades masivas de peces como éstas. En 2007 varios cargos del consistorio de Velilla de San Antonio se mostraron visiblemente aliviados al demostrarse que había sido la eutrofización (ellos quedaban libres de responsabilidad). También se oyeron propuestas IM-PRESIONANTES, como que el problema era que había demasiados peces y que había que descastarlos para que no volvieran a ... ¿morirse solos? Parece que la idea de que los ecosistemas se regulan por sí mismos les resultaba a nuestros políticos algo incomprensible. Y tampoco parecían recordar que el humedal del Picón de los Conejos es una reserva de aves acuáticas, donde la pesca está prohibida. Y yo me pregunto, ¿alguno de esos representantes del pueblo pensó entonces, o ahora, en los tres pozos ilegales de Velilla, de los que se extrae continuamente agua para regar o baldear las calles, pese a tener ya dos sentencias judiciales condenatorias? ¡Y qué decir del gobierno de la Comunidad de Madrid! Está claro que gobiernan para otras cosas.
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Lo que es casi seguro es que a ninguno de ellos se les ocurrió relacionar la eutrofización con la ensalada que se comen tan tranquilos. No es tan complicado: ese hedor pestilente, esos peces panza arriba, son el síntoma de un problema mucho más extenso, que nos afecta. ¿Qué hemos hecho con el agua pura que se extendía por nuestro subsuelo? ¿En qué hemos convertido los ríos? ¿Con qué regamos las huertas? ¿Qué nos estamos comiendo?
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Entre tanto, señores, sigan echándole imaginación al asunto, o pasen de todo y sigan a lo suyo. Que parece que para eso les vota la gente cada 4 años.

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